Las fiestas de la Cruz, 3 de mayo y 14 de septiembre, marcan en Andalucía los límites del calendario de la siesta, que «se duerme de cruz en cruz». Cada año, a primeros de mayo, se forma un gran revuelo en Añora a raiz de los preparativos para instalar y adornar las cruces, ritual que se denomina vestir la cruz y que suele estar motivado por promesas que el pueblo llano hace ante cualquier enfermedad o desgracia.
Hay dos modalidades de vestir la cruz: una es decorando las cruces públicas existentes en calles, plazuelas y encrucijadas de caminos, al igual que sucede en pueblos del Valle del Guadalquivir y la Campiña; la otra, en el interior de las casas, que es la que ha alcanzado mayor lucimiento y belleza. Los preparativos para instalar y adornar las cruces comienzan generalmente con un mes de antelación. El ceremonial de vestir la cruz se lleva a cabo con el mayor secreto a fin de evitar espionajes que pongan en peligro la originalidad del trabajo.
Colaboran en la ejecución algunas vecinas de la calle, que se reúnen por las tardes en la casa donde se va a instalar la cruz. Los elementos decorativos son las telas, gasas, tules, muselinas y flores, que sin dejar un hueco libre en la habitación, describen formas geométricas de perfecta simetría alrededor de la cruz blanca instalada en el centro de la misma.
Actualmente se utilizan también como adornos lentejuelas, papel, lana y hasta cáscaras de pistachos y garbanzos, que tras un delicado proceso manual realizado por las hábiles manos de las mujeres noriegas, se convierten en objetos decorativos.
La cruz que se viste es de madera, de aproximadamente un metro de altura. Se forra de tela blanca y se rodea de cerco o corona, que se forma con las cruces de oro que antiguamente eran utilizadas como señal de pedida por el novio, siguiendo al parecer una costumbre extremeña de celebrar las bodas. También se colocan medallas y otras alhajas de oro, artísticamente engarzadas.
Las cruces están cargadas de oro, pues los vecinos cuando se enteran de que en su calle se va a vestir una, ofrecen sus medallas, cadenas y crucifijos para así engrandecerla. La noche del sábado al domingo más cercano al 3 de mayo, Añora es punto de cita obligado de gentes de la Sierra y Valle de los Pedroches. Es la noche de la velá, que pasan los noriegos en torno a sus cruces, bailando la jota noriega, tomando chocolate y cantando sus tradicionales mayos:
«Mayo, mayo, mayo,
bienvenido seas
para trigos y cebadas,
caminitos y veredas.
Mayo, mayo, mayo,
bienvenido seas,
cuando Cristo subió al cielo
estaba la manzanilla
florida como al romero.
Mayo, mayo, mayo,
bienvenido seas».
O bien este otro mayo, muy popular, que cantan los grupos de mujeres ante la cruz:
«A esta santísima cruz
le venimos a cantar,
que nos dé unos buenos novios
para podernos casar.
Oh cruz santa,
dame un novio
para alivio de mis penas
que tenga mucho dinero
y que lo quiera la suegra,
lo mismo da boticario
médico o maestro-escuela».
«Hay un revuelo dulce y solemne en todo el pueblo. Huele en las calles a crujiente humo de encina; brota un aroma dulzón de las estancias, un perfume de anís y de chocolate tibio. Las gentes alzan candelas en las calles, a unos pasos de las cruces, y eso le da un toque antiguo y mágico a la fiesta», ha escrito el poeta López Andrada.